Se trata de un poblado castrexo-romano cuya ocupación se sitúa entre el siglo IV a.C y el siglo I d. C. en un excelente mirador natural con vistas al estuario del Miño, Portugal y Océano Atlántico.
Se trata de una roca a la que se puede acceder en función de la marea y que debe su nombre a que, en la época medieval se excavó una tumba antropomórfica y se cree que se llegó a enterrar a un sacerdote, de ahí su forma de sarcófago.